el quisco, Echinospsis chiloensis |
empezamos a subir
antes de la madrugada
los cuerpos de los quiscos
emergieron como fantasmas
caminamos juntos
en una cordada de luces
subimos como ondas tectónicas
subimos como el sol
hasta que Santiago se hizo una pintura
tranquila y distante
en colores pasteles
Este fin de semana, subí el Cerro Provincia con el Taller de Montañismo, Nivel Basico del Club Andino Universitario (CAU). CAU tiene una historia rica en el montañismo y la cordillera que rodea la gran ciudad de Santiago, y crea una comunidad de expertos y novatos que tienen un apetito para explorar el ambiente en manera deportivo. El curso de "Nivel Básico" enseña temas importantes como acampamiento, equipo y vestuario, primer auxilio, técnicos en la nieve, y como estar en las montañas con "mínimo impacto." Da a los participantes unos herramientos para que puedan subir cerros y conocer más terreno, en una manera segura y bien planeada.
Para mi, trekking y montañismo nunca ha sido un deporte. Siempre he caminado en mi propio ritmo, lento para mejor observar el paisaje y sentirme totalmente tranquila. Para mi, es una actividad espiritual, una manera de conocer el mundo con más intimidad y profundidad. Es una fuente de inspiración. Me da maravilla y fascinación y alegría. Pero con este curso, tengo que cambiar mi actitud un poco. Los chilenos toman el montañismo en serio. Durante la primera salida, el profesor nos dijo que si nos sentimos lentos y cansados, debíamos entrenar más para mejorar el estado físico. Esto me sorprendió, porque vengo de un país donde la mantra generalmente es "vaya en su propio ritmo." Me dí cuenta de que tendría que empujarme un poco más.
Y estoy empujándome. Cada vez que puedo, voy a las sesiones de entrenamiento que hace el club - con piques, abdominales, lagartijas, y todo. Cada vez, me siento como voy a vomitar, o colapsar. Pero es mejor sentirse así en un parque que en la cordillera, donde me gustaría disfrutarme del paisaje! Si mejoro mi habilidad física, puedo caminar más. Puedo ver más. Puedo sentir más. Puedo conocer más del mundo. Y esto es mi meta última. Puedo ganar mucho de mi experiencia con este curso, combinar el montañismo como deporte con la caminata espiritual que siempre me ha atraído.
Los datos de la subida de Provincia:
Empezamos en el Puente Nilhue, desde el Camino a los Farellones, el viernes por la noche. Caminamos una hora y media, con nuestras linternas frontales, bajo las estrellas sureñas. Acampamos en el "Vallecito," durmiendo pocas horas en la noche fría, juntos con nuestras cordadas.
Nos despertamos a las 4 de la mañana para subir. Salimos a las 5:30, más o menos, en cordadas de nueve o diez personas. Subimos, subimos, subimos. Arriba, arriba, arriba. Lentamente, el sol empezó a salir del oscuro, y teníamos el placer de observar cómo cambió los colores del cielo y las montañas. Lentamente, podíamos ver las plantas - las cactáceas y arbustos y arboles. Lentamente, podíamos conocer el entorno en manera visual.
Pausamos por un rato largo en el "Alto de Naranja," bajo un digno quillay - especie endémico a Chile. Comimos y hablamos y nos disfrutamos de la luz y calor del sol nuevo. Las montañas se llevaron un azul vigorizante.
subir es jugar
con percepción fluída
todo en disfraz
Bajamos lentamente, y llegamos en Vallecito a las 6:30 de la tarde. Comimos tallarines y cantamos y tocamos música alrededor de una fogata, disfrutando de la noche y de la compañía, de un cansancio satisfecho.
La próxima mañana, tuvimos una sesión de aprendizaje sobre anafres, sacos de dormir, carpas, y como es la mejor manera de preparar una mochila con todo el equipo de una salida. Bajamos la poca distancia al puente, y nos fuimos de la cordillera, contentos, hacia la gran ciudad de Santiago.
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